En un mundo libre de prejuicios,¿quién serías?

“No se nace mujer: se llega a serlo”, decía Simone de Beauvoir, refiriéndose a lo difícil que es reconocer nuestros deseos y aspiraciones en un mundo que siempre nos ha dicho lo que debemos querer, lo que debemos ser, y que esos deseos y aspiraciones deben estar supeditados a un sujeto externo a nosotras mismas, al hombre. Una no nace mujer, sino que se hace. El camino que he seguido para convertirme en mujer ha sido doloroso, pero me ha llevado a identificar mi deseo más puro y a darme permiso de cambiarlo conforme he tenido acceso a más información y ganado experiencia y, sobre todo, conforme me he conectado más conmigo misma. Durante el trayecto, he sido un manojo de dudas, miedos, inseguridades; me he debatido constantemente entre ir en pos de ese deseo más puro o conformar el estereotipo de género que me gararantice ser vista, reconocida y recibir la validación patriarcal que me dijeron que necesitaba para poder triunfar en la vida. Si volviera a empezar, esto es lo que me gustaría que me hubieran dicho: no todo está perdido y definitivamente hay esperanza.

– «Rompe la brecha, un feminismo que nos falta: la igualdad de género en el trabajo» Norma Cerros.

Romper la brecha es posible

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Speaking

Un buen día, le dije a mi psicóloga: “Okey, entiendo que, frente a las injusticias y las desigualdades que hay en el mundo, lo único que me queda soy yo, lo que puedo hacer depende de mí. Me queda clarísimo. Sin embargo, no es posible que todo dependa solo de mí. Sobre todo si lo que yo haga no va a solucionar el problema. Debe haber algo que dependa del otro, de los otros, y ellos deben asumir la parte de responsabilidad que les corresponde, ¿o no?” Ella me miró con compasión y me respondió: “Todo depende de ti”.

Me ha tomado muchos años entender que no puedo dejar la responsabilidad de mi felicidad a lo que los demás estén o no dispuestos a hacer, y que tampoco puedo esperar a que este mundo se convierta en un lugar justo para poder ser feliz. Mucho menos puedo esperar la validación de un sistema para conectar con mi deseo más puro, lo que realmente quiero ser y hacer, e ir tras él. Debo aceptar que nadie va a venir a salvarme y que es imposible recargarme en esa expectativa sin predisponerme al fracaso.

También he aprendido que, aunque es posible que “todo” dependa de mí, ese hecho no niega la injusticia y la desigualdad en el mundo, en especial contra nosotras, y que es posible conciliar dos polaridades de una misma realidad. Es así como entiendo mi propósito: mientras sigo tratando de construir un camino más equitativo y exigiéndole al sistema que asuma su responsabilidad, también, en un esfuerzo por honrar mi propio poder, reconozco la responsabilidad y aún más la posibilidad que tengo de cambiar mi realidad.

Al impartir charlas y conferencias sobre cómo luce la desigualdad de género en el trabajo y sobre lo que cada uno y cada una podemos hacer para alcanzar la igualdad, es una de las maneras en las que honro mi poder y construyo caminos más equitativos para todas las personas.

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Nos reunimos de manera mensual a compartir sobre nuestro despertar a la desigualdad de género en el trabajo, sobre lo que romper la brecha significa para cada una, y para aprender a tomar decisiones desde lugares mucho más informados, abordando detenidamente cada capítulo y herramienta de «Rompe la brecha. Un feminismo que nos falta: la igualdad de género en el trabajo«